En la cúspide de su civilización, aproximadamente en el año 900 después de Cristo, las ciudades mayas se encontraban repletas de gente. De pronto, todo quedó en calma. El profundo silencio fue testigo de uno de los desastres demográficos más grandes de la historia de la humanidad: la desaparición de lo que alguna vez fue la vibrante sociedad maya ¿Qué sucedió? Algunos investigadores, patrocinados por la Nasa, creen tener una muy buena idea de lo que ocurrió: “Lo ocasionaron ellos mismos”, dice el veterano arqueólogo Tom Sever. “Los mayas casi siempre son descritos como personas que vivían en total armonía con su entorno”, relata el estudiante de doctorado Robert Griffin. “Pero al igual que muchas otras culturas que vivieron antes o después de ellos, los mayas terminaron deforestando y destruyendo su paisaje como resultado de sus esfuerzos por ganarse la vida a duras penas en épocas difíciles”.
Una gran sequía tuvo lugar cerca del momento histórico durante el cual los mayas comenzaron a desaparecer. Y, al momento de su caída, ya los mayas habían cortado la mayor parte de los árboles ubicados a lo largo de grandes franjas de tierra con el fin de despejar terreno para cultivar el maíz que alimentaría a su creciente población. “Tenían que quemar 20 árboles para calentar la piedra caliza que les servía para hacer apenas un metro cuadrado de cal que utilizaban como material para construir sus formidables templos y monumentos”, explica Sever.
Arqueóloga lo desmiente
Sin embargo, la arqueóloga, norteamericana Cameron McNeil, quien es experta en el uso que se daba a las plantas en el pasado, desmintió esta teoría mediante estudios hechos en el sector de Río Amarillo, Copán.
“Se hizo muy popular la idea de que los mayas destruyeron el medio ambiente aquí y que esa fue una de las causas de la desaparición de su civilización, pero la realidad es que no hay evidencia de eso aquí.
Analicé columnas de sedimento que saqué de lagunas en el valle para saber cómo estaba el ambiente en el pasado y encontré que hubo muchos más árboles en el período clásico tardío que en el clásico temprano, o sea que ellos manejaban su medio ambiente muy bien”, expresó la arqueóloga.
Consecuencias
Mientras que Tom Sever y su equipo de investigadores dicen que utilizaron simulaciones realizadas en computadora para reconstruir el modo en el cual la deforestación pudo haber desempeñado un papel muy importante en el empeoramiento de la sequía.
Los registros arqueológicos muestran que la caída de las ciudades-estado de los mayas sí tuvo lugar durante los períodos de sequía; sin embargo, algunos de ellos lograron sobrevivir e incluso prosperar.
Los mayas llevaron a cabo la deforestación mediante la agricultura de tala y quema. “Lo que nosotros creemos es que la sequía ocurrió de modo distinto en diferentes áreas”, explica Griffin. “Nuestra hipótesis es que los aumentos de la temperatura y las disminuciones de las precipitaciones ocasionadas por la deforestación local causaron problemas lo suficientemente graves como para ‘empujar hacia el precipicio’ a algunas, aunque no a todas, las ciudades-estado”.
Ningún factor puede, por sí mismo, llevar a toda una civilización a la ruina, pero la deforestación que ayudó para que se produjera la sequía podría muy fácilmente haber exacerbado otros problemas como: disturbios sociales, guerra, hambre y enfermedades.
“Sabemos que por cada período de uno a tres años en los cuales se cultive una porción de tierra, se necesita dejarla en barbecho recuperándose durante 15 años. Durante ese tiempo, los árboles y el resto de la vegetación puede volver a crecer mientras se tala y se quema otra área de cultivo”.
Pero, ¿qué ocurre si no se deja la tierra en barbecho el tiempo suficiente como para que se pueda recuperar? ¿Y qué sucede si se tala más y más tierra para poder satisfacer la demanda de alimento?
“Nosotros creemos que eso fue lo que ocurrió”, dice Griffin. “Los mayas arrasaron con extensas porciones de tierra cultivándolas en exceso”. La sequía no solo hizo que fuera difícil cosechar alimento suficiente, sino que también habría provocado que fuera más difícil para los mayas almacenar agua suficiente como para sobrevivir durante la temporada seca.
Las ciudades trataron de mantener una reserva de agua que durara un período de 18 meses”, dice Sever. “En Tikal, por ejemplo, había un sistema de represa que contenía millones de galones de agua. Sin suficientes precipitaciones, las reservas se secaron”. La sed y la hambruna no colaboran para mantener feliz a una población. Lo demás es historia.
“En algunas de las ciudades mayas se han hallado fosas comunes que contienen esqueletos con incrustaciones de jade en los dientes (algo que ellos reservaban para la élite maya); de modo que tal vez, en este caso, se trate de aristócratas asesinados”, especula él.
Muchos de esos hallazgos son el resultado de técnicas de imágenes que tienen como base el espacio, señala Sever. “Mediante la interpretación de datos de satélite obtenidos por medio del espectro infrarrojo, hemos localizado cientos de ciudades antiguas abandonadas cuya existencia se desconocía.
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